En México usamos indistintamente la palabra Droga para referirnos tanto a las cuentas por pagar como a las sustancias causantes de farmacodependencia.
Una droga moral que cómo sociedad tenemos, es con los jóvenes mexicanos; sí, esos jóvenes traviesos, bulliciosos, desvelados, antrofílicos. Nada nuevo hay en la conducta actual de ellos; ya Sócrates, hace más de 2000 años señalaba:
“…Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros…”
A ellos les debemos el educarlos para la vida, para que sean ciudadanos plenos, con actitudes, aptitudes, autoestima, valores y principios. Sin embargo, desde la familia, la escuela y la vida misma, esa deuda ha ido creciendo hasta el punto de saber muy poco cómo son nuestros jóvenes, cuáles son sus ideales, sus metas, sus prioridades. Y en esa espiral inflacionaria, para salir de ese vacío existencial, los jóvenes también se han endrogado; pero no financieramente, sino con sustancias, alcaloides o ingredientes y hábitos.
Ésta droga no podemos resolverla con moratorias, hipotecas o evasión de pagos. Si queremos ahuyentar de los jóvenes su afición por esos estimulantes que los destruyen física, intelectual, moral y espiritualmente, tenemos que abonarles el camino del autoconocimiento. Un viaje a su yo interior en el que los jóvenes aprenden a examinarse, cuidarse y ocuparse de sí mismos; de saber lo que son. Entienden, así, que pueden conocer de todo, pero si no conocen lo mucho que valen, seguirán navegando en el mar de la ignorancia y la mediocridad.
Cerremos la brecha antes de que esa doble droga mexicana se haga impagable con las consecuencia y desenlaces que nadie deseamos.
Nuestro deber es construir un mundo mejor, ¿Que clase de hombre es aquel que no quiera cambiar el mundo por uno mejor? Nuestra pequeñez en el vasto universo no debe limitarnos para mejorarlo. Para alcanzar lo posible, hay que intentar lo imposible. Creo firmemente que para cambiar al mundo hay que empezar por nosotros mismos. Labrar en nosotros mismos la mejor persona en que nos podamos convertir. ¡Al cambiar nosotros, el mundo cambia!