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miércoles, 4 de mayo de 2011

Por la Sustentabilidad de la vida*









Todo hombre paga su grandeza
con muchas pequeñeces,
su victoria con muchas derrotas,
su riqueza con múltiples quiebras.
Giovanni Papini


La Universidad en su concepción moderna es vista como un gran reservorio mundial del conocimiento, de la inteligencia generacional, de la cultura y sus manifestaciones, de la grandeza del espíritu, de las ideas y voces plurales. Por tanto su misión frente a la sociedad es hacer propuestas y dar respuestas a los problemas de la humanidad. Es ir más allá de los llamados a la conciencia, que genere algo más que denuncias protagónicas. Es desbordar la noción de idea para convertirla en palabra y que ésta se transforme en paradigma de la acción y pensamiento humanos. En suma, que le de voz a movimientos íntimamente asociados a la vida del planeta y de la especie humana como lo es el de La Sustentabilidad

Al hacerlo, la Universidad cumple con la demanda y aspiración de la sociedad, de que no solo eduque y forme profesionistas, sino que participe activamente en la búsqueda de soluciones para los problemas sociales, económicos y medioambientales de nuestro tiempo. Que contribuya a forjar un modo de vida con una relación más positiva y sana entre los seres humanos, la sociedad en que vivimos y el medio ambiente natural del cual todos dependemos. La agenda de mayor trascendencia de la Universidad contemporánea es el asegurar que la raza humana transite hacia la Sustentabilidad.



Y asumirlo como un proceso de cambio de actitudes, que convoque a la acción colectiva. La sustentabilidad, como visión del mundo que queremos, representa la posibilidad de transformar nuestro entorno para una vida más digna, de más calidad, de mayor prosperidad.

Todos nuestros esfuerzos, talento y capital debemos ponerlos al servicio de una gran jornada que tenga como meta la conquista de esa escarpada y elevada cumbre de la sustentabilidad. No es utópico imaginarnos a la sustentabilidad como una grandiosa posibilidad humana que revierta y repare los daños que hemos hecho a nuestro planeta tierra, que nos desempeñemos en un mundo de cero impactos, alejados de la huella humana de la destrucción. Esto significa alcanzar la aspiración humana de un reencuentro armonioso con la naturaleza.

Si continuamos con las tendencias y actitudes de nuestros días, esa cima se tornará cada vez más inasequible, más distante. Este es el mensaje directo, sin rodeos de Ecocidio Mexicano, en el que se advierte la preocupación de un profundo estudioso del desierto mexicano por detener el saqueo y explotación de los recursos naturales con los que contamos. Nos muestra como la
estructura económica misma que nos sustenta ha sido socavada y el fracaso de planes de largo y mediano plazo.

El planeta tierra está constituido por ecosistemas, que en su diseño original constituyen comunidades sustentables, de forma tal que los estilos de vida, negocios, economía, estructuras físicas y tecnologías creados por el hombre no interfieran con su capacidad inherente de sostener la vida .

Al entendimiento de la estructura y funcionamiento de los ecosistemas se le ha definido cómo la ciencia de la ecología. El hombre tiene una larga carrera en la búsqueda de conocimientos para conocer mejor a la naturaleza, en que ha sobresalido el enfoque fragmentario, atomizado de ver la realidad, y sobre esa base científica no ha sido capaz de crear l sistemas de aprovechamiento sustentable de los recursos.

A ello habría que agregar que hombre ha negado o subestimado el peligro que encierra el deterioro de los ecosistemas y su efecto en el calentamiento global, desastres naturales y destrucción del planeta. Por ello reconocemos que efectivamente existen limitaciones mentales que nos impiden comprender nuestra interdependencia sistémica con la naturaleza,

No podemos estar más de acuerdo con la sabiduría ancestral en las palabras proféticas del gran jefe indio Seattle:

“cuando el último árbol haya sido abatido, cuando el último río haya sido envenenado, cuando el último pez haya sido pescado, sólo entonces nos daremos cuenta de que no se puede comer el dinero... sabemos una cosa: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre quien pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida, no es más que un hilo. Todo está enlazado... Para el hombre blanco la tierra no es su hermana, sino una enemiga... Su inmensa hambre devorará la tierra, y detrás de si no dejará más que un desierto... Los ríos son hermanos nuestros porque nos liberan de la sed... El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento... Pero el hombre de piel blanca no se da cuenta del aire que respira...”.


Hoy la ciencia de la ecología ha corroborado la idea de unidad hombre-medio que intuía el gran jefe indio. Debemos de dar los pasos siguientes para ir más allá del sentir, del piel roja, que estamos hermandados con la tierra, el agua, el aire. El día pronto llegará en que tal vez seamos menos civilizados, pero más sapiens; quizá menos amos del universo, pero más administradores responsables del planeta tierra.

La Sustentabilidad es el eslabón perdido clave para el futuro de la humanidad. La gran posibilidad humana, a que se refería John R Ehrenfeld, de que toda forma de vida, incluyendo la humana, perdure indefinidamente en la tierra.


Desde que el concepto de sustentabilidad se conoció y se empezó a utilizar en la década de los 80’s, se ha distorsionado, desvalorizado y desprestigiado, principalmente porque se le ha apartado de su contexto ecológico: “… esa red de vida entera de la cual depende nuestra supervivencia futura …” como lo ha planteado Fritjof Capra en su Ecoalfabeto, es decir, ecosistemas o comunidades sustentables.

Italo Calvino en el final de la novela “Las Ciudades Invisibles”, anota el dialogo sostenido entre Marco Polo y el Gran Kan, cuando aquel afirma:

“… el infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya está aquí, el que habitamos todos los días, el que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizajes continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y darle espacio…”

Este es el mensaje que José Angel de la Cruz Campa, en esta obra de vida y trabajo Ecocidio Mexicano, desea transmitir, a nuestra generación actual:
Denunciar aquellos infiernos que acechan a la tierra; y proponer medidas reproducibles de aquellos que no son infiernos, sino por el contrario, los paraísos de la tierra. Hay que luchar para reducir al mínimo esos infiernos aun existentes. La obra que hoy tenemos en nuestras manos, en esa dualidad denuncia-propuesta, plantea que la pobreza ambiental, social e intelectual tiene su verdadero origen o raíz en la existencia perniciosa de:

“… modelos insostenibles de desarrollo...”

*Jorge Galo Medina T.
Prólogo
Libro
Ecocidio Mexicano. Ignorancia y Perversidad
José Angel de la Cruz Campa
(1930-2011)
Q.E.P.D.
4 de Mayo de 2011