Por
Jorge Galo Medina T.*
Raúl Villegas Vizcaíno*
“…es necesario romper,
de una vez por todas,
la presunta jerarquía
entre el que enseña
y el que aprende, el
que sabe y el que
ignora…”
Armando Bartra
Pedagogías
perversas
El educador
necesita ser reeducado
La Jornada del
campo 47
(20 de agosto de 2011)
La Extensión Rural,
cómo un proceso educativo y creativo, de intercambio mutuo, debe servir al campesino y productor, para obtener la información que le ayuda a entender sus
problemas y a decidir cómo solucionarlos[1]. La
Extensión Rural va más allá de la generación y transferencia de tecnologías para
el campo; comprende todo aquello que
conduzca al desarrollo de la población y territorio rural. El extensionista es
así, un facilitador o agente de cambio.
La FAO[2] ha emitido tres recomendaciones principales para la
consideración de la extensión rural como responsabilidad del estado:
1) Poner en marcha una política clara, fuerte y
visionaria que favorezca la extensión y comunicación para el desarrollo rural
agropecuario y no agropecuario enfocado en la seguridad alimentaria y el
aumento de los ingresos de la población rural,
3) diseñar un cambio institucional del sector público
para fortalecer la nueva política sobre extensión y sus actividades
consecuentes.
Mientras el campo mexicano requiere con urgencia de los servicios
profesionales que orienten su modernización y desarrollo, gran parte de los
profesionales formados para el campo no obtienen empleo. Los resultados
principales de esta paradoja son una población rural rezagada social, económica
y tecnológicamente y una población de profesionistas educados, pero alejados de las necesidades de la mayor parte
de los productores rurales por la falta de empleos bien remunerados para trabajar en el campo.
¿Para qué serviría un Sistema Nacional de Extensión Rural (SINER) en México? Entre otras, para: 1)
Reducir la baja productividad y rentabilidad asociada a niveles tecnológicos
mínimos de la mayor parte de las unidades de producción rural, 2) Servir de
puente para la transmisión de una importante oferta potencial de tecnologías y
la adopción de criterios metodológicos, que han generado las Instituciones de Educación
Agrícola Superior (IEAS), en virtud del fortalecimiento de sus actividades de investigación, y 3) Emplear
productivamente a una población de
profesionistas rurales que, incorporarían su talento y conocimientos
para educar, asesorar, difundir, comunicar y motivar nuevas formas para elevar
la calidad de vida rural
¿Cómo trabajaría el SINER?
Hay en el país, identificados y reconocidos por los habitantes rurales,
con diagnósticos adecuados de la realidad rural y en operación conjunta con los
estados y municipios en que se localizan, alrededor de 188 Distritos de Desarrollo Rural (DDR), que deberían de constituirse en la unidad básica
de organización territorial y administrativa del SINER
El SINER debe de constituirse
en el brazo educativo de la SAGARPA y todas las secretarias y dependencias que
inciden en el medio rural, por lo cual, todos los distritos deben estar
vinculados a una Universidad o Institución
de Educación Agrícola Superior. De esta forma, cada distrito tendría a su
disposición no sólo los extensionistas asignados de acuerdo a su extensión
geográfica y población rural, sino todos los recursos educativos
institucionales. Este es el espíritu de la creación
dentro de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, del Programa Especial
Concurrente (PEC), en el que el nuevo paradigma administrativo lo constituye el
territorio (DDR) y la población rural que lo habita. El extensionista, como
facilitador y agente de cambio comunitario, propiciaría que funcionen en la
práctica, los consejos distritales y municipales para el desarrollo rural
sustentable; que, con muy contadas y valiosas excepciones, se han convertido en
meros validadores de programas, acciones y proyectos que poca relevancia tienen
con los verdaderos problemas que aquejan a las comunidades rurales e indígenas.
La población rural, muchas veces tiene prioridades no agropecuarias que nos son
atendidas ni con la oportunidad ni suficiencia, mucho menos con la calidad
requerida.
De paso, ello obligaría al sistema nacional de educación superior en su
conjunto, a vincularse con el entorno rural y poner al servicio del mismo todos
los recursos educativos y facilitar que todas las dependencias y programas
orientados a apoyar a las comunidades rurales, lo hagan con efectividad,
eficiencia, oportunidad y calidad.
En cada comunidad se definirá el plan de desarrollo comunitario
multianual, que definirá la prioridad de los problemas, los sistemas
tecnológicos a impulsar y los proyectos que deben de atenderse con recursos
fiscales. Esto conformaría el programa distrital con todas las organizaciones civiles y
productivas, que generaría un gran movimiento de participación ciudadana, que
aseguraría la correcta aplicación de los recursos asignados, de acuerdo a las prioridades
del territorio y población.
El extensionista rural trabajaría
coordinadamente con el aparato técnico de todos los programas del PEC, en estrecha relación con los promotores
comunitarios y con la asesoría y supervisión de la Universidades y IEAS,
facilitando un intercambio pertinente de problemas a investigar y la búsqueda
de soluciones a la problemática local y regional.
[1] Manzo Ramos, Fernando. El perfil de los profesionistas responsables de
la promoción del desarrollo rural, en Memoria del II Coloquio Internacional “El
desarrollo Rural de México en el siglo XXI”. Palacio Legislativo de San Lázaro,
marzo, 2002. p 321.
[2] Rivera, W.M., Qamar, M. K.
Agricultural Extension, Rural Development and the Food Security Challenge. FAO,
2003.