Por
Jorge Galo Medina Torres
Comentarista del libro:
México la gran esperanza.
Un Estado Eficaz para una Democracia de
Resultados.
Enrique Peña Nieto. 2011.
Editorial Grijalbo.
México, D.F.
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"El hombre es una criatura de esperanza e
inventiva y ambas cualidades desmienten la idea de que no es posible cambiar
las cosas"
Tom Clancy
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Se cuestionaba Bertolt
Brecht
“Y en los tiempos oscuros, ¿habrá canto? Sí. Habrá el canto sobre los tiempos oscuros”.
Este es el reto del libro que ahora me toca comentar. Hablar de la
oscuridad de la docena trágica para México y para los mexicanos (2000-2012). Hablar
también de lo que debe morir al último en cada uno de nosotros, la esperanza. Es
un canto crítico en pos de la esperanza por un México viable en el que se viva un
estado eficaz y democrático que ofrezca resultados a todos los ciudadanos; un
canto que ilumine ese campo gris en que se ha convertido el México de todos; es
una propuesta y visión de país que nos muestra los senderos a recorrer para trasladarnos,
de un estado ineficaz y disfuncional a uno cimentado en la democracia de
resultados; es una voz de esperanza por un México que asegure las garantías
efectivas de libertad y derechos de las personas, pasando de lo escrito y dicho
a lo práctico y hecho. Esperanza, no sólo es palabra, concepto, sustantivo,
creencia, utopía, deseo, fe, anhelo o expectativa; es la convicción de que México
está ante el “momento de claridad”, su gran momento de oportunidad. En este
libro cabe como anillo al dedo lo indicado por Aristóteles quien apuntó:
“…la palabra existe para
manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto…”
El papel de comentarista es muy fácil,
porque uno es dueño de las palabras que
expresan su punto de vista. Pero también está lleno de riesgos, porque siempre
habrá temas que uno no domine. Y más aún cuando el escritor no es un ciudadano
cualquiera; ni un Priista mas, sino el candidato a la Presidencia de la República.
Por ello coincido con Ludwig Wittgenstein
al afirmar "De lo que no se puede hablar, hay que callar"; que más
reciente pero con la misma firmeza expresaba Ramón Pascual de Sans “Al
contrario de los tertulianos me abstendré de comentar aquello de lo que no sé
lo suficiente”.
(http://www.investigacionyciencia.es/blogs/)Empecemos el viaje. Como bien lo dice Louis Ferdinand Céline, la experiencia que alguien posee, es como una lánguida linterna que solo da luz a quien la lleva: pero cuando esa experiencia es compartida, como lo hace el autor, mediante un libro que él define como un “…conjunto de ideas para el futuro del país…” esa pequeña luz es capaz de iluminar a muchos y además ofrece a todos los mexicanos, la oportunidad de debatir abiertamente sus ideas y experiencias.
Peña Nieto incluye ocho grandes temas en su análisis y propuesta para el
cambio; de manera sistemática en cada uno de ellos, penetra la densa y oscura
niebla que ha cegado el camino de desarrollo; y luego plantea propuestas
concretas que nos acerquen al claro de luz de un país viable.
Y como toda investigación de la realidad, inicia su jornada con una
pregunta: ¿Por qué tenemos un estado
ineficaz, incapaz de cumplir con sus obligaciones básicas? Primero, porque
si bien la democracia es una condición necesaria, no es suficiente para que por
sí misma complete la transición de un estado obsoleto a otro obligado a
garantizar el la práctica los derechos que la carta magna nos otorga; y segundo
porque el gobierno panista se dedicó más a dirimir hechos consumados como la “transición
a la democracia electoral” que a construir los consensos y alianzas
indispensables para agendar las reformas para un estado más eficaz; se enfocó
más en mirar al pasado que a preparar las condiciones para el México del
futuro. Yo creo que no conocen el refrán que dice “Para ver el pasado no hacen
falta lentes”; todo lo contrario para imaginar y construir el futuro. Al igual
que la metáfora que lleva el título del libro de Leonard Mlodinow, el caminante
de los pinos deambuló como el “El Andar del Borracho” (http://www.muyinteresante.es/el-andar-del-borracho)
(Hago la anterior afirmación sin ninguna alusión personal,
que conste en actas y sin que guarde precedente).
Por otra parte, al referimos a un líder común, es usual que éste, nos traslade al candor de la desiderata. Es decir, que describa con singular hermenéutica lo que se desea, o sea, los qué; es realmente poco común que un líder llegue a proponer los cómo, es decir, que planee el cómo es posible resolver una circunstancia adversa o cómo mejorar una ya existente, en este caso, circunstancia compleja por demás, no es cosa menor, pues se discuten en ésta los destinos de la nación. Sin embargo, cuando se trata de un líder auténtico, no sólo nos transporta hasta ese campo de los qués, sino que va más allá -reza el refrán, por sus hechos los conoceréis- Enrique Peña Nieto, autor de la obra, ha demostrado en los hechos su capacidad de liderazgo, su eficacia al gobernar, porque sabe llegar a los cómos y aterrizarlos en el campo de lo concreto, de lo tangible; ahí están sus logros al frente del Estado de México.
Enseguida, aborda el tema de cómo lograr una democracia de resultados, para que todos ante la vida tengamos igualdad de oportunidades y plenitud de derechos. No es suficiente la democracia electoral, si un régimen democrático es incapaz o incompetente para crear los satisfactores sociales de bienestar y mejor calidad de vida. De partida se plantea que sin la opinión de los ciudadanos no habría una adecuada definición de políticas públicas. Y da el remedio y el trapito, al proponer cuatro caminos para que la democracia se traduzca en resultados: formación de mayorías (eliminar cláusula de ingobernabilidad y eliminar 100 diputados plurinominales), mejorar relación entre ejecutivo y legislativo (iniciativa preferente para reducir o eliminar el congelamiento de temas propuestos por el ejecutivo), acercar políticos y sociedad (participación ciudadana directa --mediante la iniciativa ciudadana, la consulta popular o referéndum—y candidaturas independientes) y una rendición de cuentas más efectiva (un estado eficaz es aquel transparente y abierto, observado, evaluado y fiscalizado)
En cuanto al Crecimiento Económico Sustentable, percibo una postura intrépida, alejada de toda demagogia en lo referente a los energéticos. A pocos días de haber salido a la luz pública éste libro, y después de hacer algunos valiosos comentarios acerca de él, Leopoldo Mendívil preguntó: ¿Le parece si uno de estos días vemos qué piensa, y qué propondría Peña Nieto, por ejemplo, sobre el petróleo…? La respuesta ampliada a lo que en el libro se plantea, llegó el pasado 18 de marzo cuando, de frente a la sociedad mexicana, declara su postura “…Pemex tiene las condiciones para convertirse de nueva cuenta en una palanca de desarrollo económico en México…se requiere una reforma energética profunda…Petróleos Mexicanos puede ser, una vez más, la palanca del desarrollo económico. Para ello, es indispensable una reforma energética profunda… Dejando de lado ataduras ideológicas, es esencial asociarse con el sector privado sin que el Estado pierda la propiedad de los hidrocarburos…”
De los últimos 80 años, la última década es la del peor crecimiento económico; y por ende, esta no fue la década el empleo. Las bondades del bono demográfico, cuya ventana de oportunidad se abrió a partir del año 2000 se desperdiciaron en estos primeros 12 años. Lo peor es que puede convertirse en un pagaré demográfico. Por ello, partiendo de las seis causas principales que nos han impedido crecer, se pasa lista a siete acciones prioritarias para lograr pasar de una estado repleto de opacidades y rezagos a uno en el que el crecimiento real y sostenido sea el protagonista de la “historia de éxito” por editar. La primera es la mayor competencia económica, con mejor regulación, más participación del estado y por supuesto vigilar el mercado. A la reforma energética propone entrarle sin ataduras ideológicas, sin renunciar a la rectoría estatal, re-priorizando inversiones, apareada a una reforma fiscal integral (la última gran propuesta). Luego viene lo relativo al financiamiento para el desarrollo, invertir en infraestructura física y digital, impulsar el turismo, la reactivación del campo y el desarrollo sustentable; economía baja en carbono, mejor manejo del agua, protección de la biodiversidad, gestión de residuos y la cooperación internacional. Se propone un crecimiento equitativo, regional, competitivo, científico y tecnológico, con empleos para todos y empleos bien remunerados, en todos los sectores; un crecimiento responsable, dentro del marco de la sustentabilidad. En el papel, conforme el artículo 25 constitucional, los mexicanos sabemos que el estado es responsable del crecimiento económico nacional, pero además debe de ser garante de que éste sea “integral y sustentable”. En la práctica, en los hechos ello no ha sucedido. Por ello, ninguna acción debe de emprenderse si atenta contra el ecosistema natural, tierra, agua y aire que nos rodea.
Una “sociedad del conocimiento” (conocida también como post-industrial, post-moderna, de la información, etc.) se perfila como una forma social superior a las actuales, a condición de que el conocimiento, que es la base, sea un bien que está disponible para todos. Esta es la sociedad del siglo XXI. Mucho conocimiento al alcance de todos, distribuido de tal manera que garantice igualdad de oportunidades. Pero, ¿cómo se logra esto? A través de un sistema escolar y universitario que sea el encargado de garantizarlo, al cual toda la sociedad le dé no solamente el mandato de hacerlo, sino también los recursos para alcanzarlo, pues como dice el autor de la obra, todo proyecto que carezca de respaldo en la hacienda pública se queda en demagogia pura.
A lo largo del desarrollo de la humanidad, el instrumento pacífico más
potente para lograr esto ha sido la educación. La educación rompe el círculo
vicioso de la pobreza, ya que es el determinante fundamental del empleo y desde
allí, del acceso a todos los bienes materiales y culturales que la sociedad
ofrece. Hoy es más que vigente el credo del educador, filósofo y rector de la
Universidad de Chicago, Robert Maynard Hutchins: “La mejor educación para los mejores, es la mejor educación para todos”.
En el mundo actual hay dos tipos de analfabetas, los de lecto-escritura y
los de las tecnologías de información y comunicación. La cadena educativa
nacional es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, y éste es
corresponde al de la educación media superior. Imperativo impostergable el
pensar nacionalmente, pero actuar localmente.
Es terreno común hablar en la actualidad de que los lugares del mundo que propician o favorecen la creatividad son aquellos que comparten dosis elevadas de las tres T’s: Talento, Tecnología y Tolerancia, tal y como lo ha propuesto el Investigador Richard Florida. Un país o región con esas 3 T’s atrae e impulsa los ciudadanos creativos ya que comparte una población altamente talentosa, educada y hábil; una comunidad diversa con una ética de vivir y dejar vivir; y la infraestructura tecnológica necesaria para catapultar la cultura emprendedora. Una advertencia personal, la transición a la “sociedad del conocimiento”, no debe de perder su sentido humanista; si bien como lo enuncia Jean Robert, hay que “Evocar la pesadilla para que no se vuelva realidad”, tenemos que anticipar que la ciencia, con todos las oportunidades de progreso que ofrece, también encierra peligros y riesgos, por lo que no debemos liberarla de su contenido ético. Esto es, no dejar que las tecnologías convergentes << producto de las ciencias nano-bio-info-cognitivas>> (tal como lo proponen los transhumanistas liderados por William Sims BrainBridge) remplacen sin más el desarrollo económico con rostro humano. Coincido plenamente con Roger Penrose, uno de los más notables físico-matemáticos de la actualidad, la mente humana es algo más que una simple colección de minúsculos cables e interruptores.
En ese sentido, en la obra comentada se asume con singular tino, amén de
coincidencia cabal con quien aquí comenta, que el país tiene el potencial para
dar el salto hacia una sociedad del conocimiento sustentada en la conjunción de
esfuerzos para enfrentar ese gran reto y que de lo contrario, cito textual,
“nos estamos condenando a la mediocridad, a sacrificar soberanía y a hipotecar
parte de nuestro país”.
Y enseguida toma el toro por los cuernos al desarrollar el tema de la desigualdad, declarando el combate sin pausas pero inteligente contra la pobreza, porque representa para la sociedad mexicana un trinomio perverso: injusta, perjudicial y peligrosa. Aquí le llama a las cosas por su nombre. En este apartado, se analiza entre otros aspectos, lo referente al Programa Progresa-Oportunidades, mismo enfrenta dos grandes retos, según fuentes del propio autor. El primero es mejorar la calidad de los servicio de educación y salud, esta última, que lejos de ser óptima resulta deficiente, sobretodo en el medio rural con población indígena. El segundo, consiste en la insuficiente generación de empleos rurales y urbanos. A mi juicio, agregaría un tercero, quizás causante intrínseco de los dos primeros, que consiste en el marcado carácter asistencial que se le ha conferido al citado Programa, en vez de esgrimir un efectivo detonador del desarrollo social.
Adicionalmente, se da respuesta a la pregunta ¿Es posible esperar
mañanas más justas, más seguras, con más empleos y sin pobreza? Sin duda que es
posible, pero nada fácil. Parece interminable ese nubarrón que denominamos
pobreza e inalcanzable el cielo despejado que vislumbra el autor. La política
actual es insuficiente e ineficaz, para que los mexicanos accedan a la seguridad
social. Sin embargo, para cambiar situación tan crítica, el autor propone varias
alternativas de solución para salir de ésta crisis, entre ellas la de
revalorizar la clase media, reducir su vulnerabilidad y proteger su patrimonio;
la de universalizar los derechos pero focalizar los subsidios; el asegurar un
piso básico, que es el de la seguridad social universal; y reducir la
dispersión poblacional, sobre toda la rural e indígena. Además de replantear
aquello relativo a la equidad, la multiculturidad del país y la atención
integral a las personas con discapacidad física o mental.
México está urgido de una mayor cohesión social para combatir las
profundas asimetrías que han limitado su desarrollo, requiere la
universalización de los derechos sociales, particularmente el de la seguridad
social y una mayor igualdad de oportunidades, siempre enmarcado en un proyecto
de desarrollo incluyente, que escuche las propuestas y prioridades de todos los
sectores de su población.
Y toca a continuación el delicado, sensible y pernicioso asunto de la “Seguridad
Pública y Sistema de Justicia”, que deben de convertirse en políticas efectivas
y eficientes, respectivamente. Para ello asume con responsabilidad el reto de
disminuir las desigualdades sociales que se convierten en el caldo de cultivo
del crimen organizado; además de lo relativo a la prevención de delitos,
participación ciudadana y presupuesto adecuado. Queda fuera del debate si
combatimos o no al crimen; el meollo del asunto es hacerlo de manera más
inteligente, bajo el consenso y participación de la sociedad civil. Sin eludir
la responsabilidad del poder público, se enfatiza la participación ciudadana en
el diseño de la nueva estrategia e incluso en la evaluación de los avances y el
desempeño de todo el aparato de justicia. Considero, que a todas las medidas
propuestas, como lo son mayor presupuesto, priorización de las acciones en
zonas de mayor conflicto, profesionalizar la policía y reformas
constitucionales, combatir el lavado de dinero y mejorar el control de armas;
habría que dejar muy en claro, las dos caras de la misma moneda, la disminución
de la oferta de drogas y alcohol; y, la disminución del consumo, mediante
acciones concretas tanto en la prevención como en la reparación de conductas y
consumos adictivos.
Las cusas de la criminalidad no se
combaten únicamente mejorando la policía y el sistema de justicia o
construyendo más cárceles, resulta igual de importante atender las
desigualdades sociales, pues según el propio autor, “las raíces entre
desigualdad y violencia están entrelazadas y ninguna de las dos puede ser
resuelta de manera aislada”.
De manera por demás visible y desastrosa para el país, es la pérdida de
rumbo y visión en el escenario internacional; a ello le dedica el capítulo
“México, actor global”. El actual y el anterior gobierno panista, hicieron
claro eco de la confesión de Felipe a Mafalda, del gran caricaturista Quino: “Hasta mis debilidades son más fuertes que
yo”; esto en un cambio a la inversa, convirtiendo nuestras fortalezas en
debilidades. Así, perdimos visión y rumbo; nos convertimos en simples espectadores del surgimiento de
nuevos protagonistas regionales y globales. La “M” de México, quedó fuera del
“BRIC”, acrónimo de las principales economías emergentes (Brasil, Rusia, India
y China).
Para la recuperación de nuestro prestigio y liderazgo como actor internacional, México requiere una política exterior audaz y efectiva, a través de tres aspectos básicos, una solidez interna que genere credibilidad y liderazgo internacional, retomar un rol más proactivo en el escenario internacional y, desplegar una política exterior sustentada en una red de alianzas estratégicas con agendas claras y nacionalistas.
En el ámbito internacional, no podemos perder de vista el predominio
político y económico de los Estados Unidos, debemos prepararnos para establecer
alianzas estratégicas con las potencias emergentes como China, Brasil, Rusia e
india. México es un país grande, joven, diverso y con enormes recursos, somos
la undécima economía mundial, el undécimo país más poblado del mundo, el décimo-cuarto
en superficie territorial, con una posición geopolítica estratégica y un
relevante bono demográfico. En consecuencia, el autor instiga, a retomar el
rumbo y trabajar en siete áreas de acción estrategias: Impulsar una mejor
integración con la región de América del Norte; fortalecer la cooperación con
Centroamérica y el Caribe; recuperar la interlocución efectiva con América del
Sur; consolidarnos como potencia cultural iberoamericana; consolidar la alianza
con Asia-Pacífico; impulsar el multilateralismo efectivo y; dinamizar y
profundizar la relación con la Unión Europea.
No por espinoso, deja de lado el tema difícil de tocar en tiempos de crisis, en su afán de impulsar la creación de un Estado Eficaz que tenga la capacidad de lograr tres grandes metas nacionales: 1) Que los derechos de los mexicanos, pasen del papel a la práctica a través de reformas y políticas públicas concretas; 2) Que México crezca conforme a nuestro verdadero potencial económico, transitando de una economía maquiladora a una del conocimiento; 3) Que recuperemos nuestro liderazgo como potencia emergente a través de alianzas internacionales estratégicas, claras y diferenciadas.
Nuestro sistema tributario, recauda poco, es injusto e ineficiente, por
ello, oferta la Reforma Fiscal Integral, en la que plantea simplificar el
sistema fiscal, que todos paguemos lo justo, que ampliemos la base tributaria,
que reduzcamos al máximo las exenciones y privilegios fiscales, así como el
ejercicio de un gasto público eficaz y transparente, entre otras, como
requisitos ineludibles para estar en condiciones de financiar las ambiciosas
pero factibles metas nacionales, con los recursos que posibiliten hacer
realidad esas grandes transformaciones, pues todo proyecto que carezca de
respaldo en la hacienda pública se queda en demagogia pura.
Encuentro grandes coincidencias, conexiones –nacidas no de la serendipia
sino de la empatía -entre las preocupaciones ciudadanas cada vez más profundas
en lo económico y en lo emocional, y las preocupaciones que se enuncian en el
libro. La tesis central, que se descubre debajo de las palabras, ese mantillo
que cubre 212 páginas, es la de la construcción de un “Estado de Bienestar”,
similar al de la Suecia de Olof Palme; pero sobre todo en el sentido del estado
o condición de los mexicanos.
En el libro se rompe el mito de lo “políticamente correcto”, al no evadir o disimular temas difíciles, al llamarle a las cosas por su nombre, sin recurrir a los fastidiosos sintagmas, perífrasis, circunloquios o eufemismos.
Perteneciente a una nueva generación de políticos, se puede deducir del
contenido, que la visión de Peña Nieto también rompe con la continuidad de las políticas
recientes y lejanas; acepta y reconoce errores de administraciones propias y
ajenas a su partido. Sabe diferenciar, sin ambigüedades, sin temores ni
conformismos, que por arriba de todo, por encima de los intereses creados,
están los mexicanos que aún mantienen viva la llama de la esperanza, sustentada
en la gran actitud del sí se puede.
Sí se puede, porque todos los mexicanos, como lo plantea metafóricamente el
Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, somos como semillas que por condiciones de su
entorno muchas se convierten en “Bonsáis”, pero que adecuadamente cultivadas
tienen el potencial de convertirse en portentosos robles. Al tradicional dicho
popular “lo que siembres, cosecharás”, Peña Nieto lo convierte en “lo que siembres
y cultives, cosecharás”; todo buen sembrador lo sabe, una buena semilla y una
buena tierra no son suficientes, se requiere de la atención y el cultivo esmerado
para tener una abundante cosecha.
Su propuesta toral se concreta en la construcción de un Estado Eficaz
que nos convoque a todos y que cierre el paso a la asimetría social y a la parálisis
institucional. Los retos son formidables y exigen cambios radicales, asumamos
el compromiso para recuperar la esperanza y para lograr que nuestro tercer
siglo de vida independiente, sea la era más próspera y exitosa de nuestra
historia.
Seguramente, ya en dos días más, al iniciar el gran encuentro con los
mexicanos, el autor recogerá de voz propia, los sentimientos de una nación
harta ya de lo mismo, de la ineficacia, que clama ¡Basta ya del mal gobierno!
Por ello, su “conjunto de ideas” se eleva como una propuesta para el
cambio, en un manifiesto, una proclama, una denuncia de un mal gobierno, que encabeza
un hombre desde Los Pinos, que como dice Eduardo Galeano …
“…serrucha, con delirante
entusiasmo, la rama donde está sentado…."