[Extracto de la dedicatoria del libro: 'Sustentabilidad. Educar al Hombre, Cultivar la Tierra. Editorial Académica Española. Berlín, Alemania. 2013' , de Jorge Galo Medina T.:
"....Otro gran hombre, Ingeniero Agrónomo, Doctor, Genetista, Fitopatólogo, humanista, padre de la agricultura moderna y de la revolución verde, quien al cumplir 91 años, fue informado que él era personalmente responsable de salvar las vidas de 2000 millones de personas. Él fue el responsable del mejoramiento genético del trigo y maíz para climas áridos. Pero por increíble que parezca esta historia y todos los créditos que ha recibido, entre otros el Premio Nobel de la Paz, creo que él no fue la persona que salvó a los 2000 millones de gente. La persona fue un hombre llamado Henry Wallace, VicePresidente de los Estados Unidos en el mandato del Presidente Roosevelt y que había ocupado previamente la Secretaría de Agricultura. Con el poder investido en su VicePresidencia, Wallace creó un Centro Experimental y de Investigación en México para el mejoramiento genético del maíz y trigo y contrató a un joven para hacerse cargo de ella; que si bien recibió el Premio Nobel, en verdad fue Wallace con iniciativa el que es responsable de salvar a más de 2000 millones de almas de las hambrunas. Pero, vayamos despacio...tal vez no haya sido Wallace el responsable de ello, el que debe cargar con ese crédito. Me parece que fue George Washington Carver, sí, el de los cacahuates, el responsable. Este hombre, cuando tenía 19 años estudiaba lechería con un profesor de la Universidad Estatal de Iowa, quien permitía a su pequeño hijo de 6 años a que hiciera exploraciones botánicas durante los fines de semana, bajo la tutela de aquel joven y brillante estudiante. George, lo hizo de tal forma que modeló la vida de aquel niño –llamado Henry Wallace– y le inculcó la visión del futuro y de lo que se podría hacer con las plantas para ayudar a la humanidad. A pesar de que a George Washington Carver se le conoce más por sus trabajos con los cacahuates, el camote o batata y los huertos de la 'victoria', el trabajo de fines de semana con el pequeño Wallace tal vez sea lo que más significó en la vida de millones de personas. Pero, tal vez no sea el propio George el que merezca esa distinción. Creo que tiene que ser un agricultor de Diamond, Missouri. En ese lugar existía un agricultor llamado Moisés casado con Susana, que aunque vivían en un estado de esclavos, no creían en la esclavitud. Por ello, los famosos guerrilleros llamados los Quantrill's Raiders, atacaron su rancho, quemaron su granero, mataron a varios trabajadores y secuestraron a una mujer llamada Margarita que no dejo que se
llevaran a su hijo llamado George. Puesto que Margarita era la mejor amiga de Susana, Moisés se puso a negociar con los bandidos para que Margarita y el bebé George fueran puestos en libertad. Una noche fría, se realizó el intercambio de un caballo negro por lo que los bandidos entregaron en un saco. Ahí dentro, se encontraba casi congelado y desnudo el bebé, al cual metió dentro de su ropa, lo calentó con el vapor de su boca y se
lo llevó de regreso a casa, haciendo la promesa en esa noche helada, de que lo cuidaría y educaría en honor a su madre Margarita, la cual él sabía ya estaba muerta. En esa noche, el agricultor le dio su nombre al bebé y de esa manera Moisés y Susana criaron y educaron al niño George Washington.
Esta bella y verídica historia es la de ‘Norman Borlaug’; narrada por Andy Andrews –La Maleta, 2009– para ilustrar un principio de vida, además de referirse a un hombre que
estuvo muy cerca de los agrónomos mexicanos y en particular de muchos egresados de la UAAAN, ilustra como el crédito que un hombre recibe en su vida, de influir en la vida de millones de seres humanos, tiene un relación en línea hacía el pasado, en el que se va descubriendo los hombres o mujeres en cuyos gigantescos hombros se van edificando las circunstancias que hacen a un hombre en el presente. De la misma manera, esa lección se aplica hacía el futuro y queda por verse, cuánto tiempo pasará para que alguien toque las vidas de millones de personas. Todo se inicia con la más pequeña y modesta de las acciones, tal vez en este momento en que estás leyendo estas líneas, quizá mañana, pasado mañana, el mes que entra o el año siguiente. Todo cuenta, todo importa, todo tiempo vale, por ello, seamos como Norman Borlaug, no descansemos mucho, el tiempo es oro y tenemos mucho que hacer por delante. El Dr. Borlaug en marzo de 2009, realizó
el último viaje a su «hogar», a su querida Obregón, Sonora, en el Valle del Yaqui de México, tal vez con el deseo de decir adiós a sus compañeros mexicanos, ya que unos
meses más tarde fallecería. Muchas de sus frases que siempre invitan a la acción se
encuentran enmarcadas en muchas oficinas de agrónomos de México y del mundo. .."
*Para producir hay que dejar las oficinas,
salir al campo y ensuciarse las manos,
ya que es el único lenguaje que
entienden las plantas y
animales*
Norman Bourlaug