Catón
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
Sumas y restas
8 Mayo 2012
En el debate que el pasado domingo sostuvieron los candidatos a la Presidencia hubo, a mi parecer, dos ganadores; hubo alguien que no salió ganando ni perdiendo, y hubo un gran, grande, grandísimo, enorme perdedor.
Los dos triunfadores fueron Enrique Peña Nieto y Gabriel Quadri de la Torre; quien no ganó ni perdió fue Josefina Vázquez Mota, y el perdedor absoluto fue Andrés Manuel López Obrador.
Razonaré mi calificación.
Enrique Peña Nieto sorprendió en verdad. Me hizo recordar a Federico Sáenz del Riego. Tal era el sonoro nombre del "hombre mosca" que seis o siete veces subió a pulso la Catedral de Saltillo, mi ciudad, y se puso de cabeza, en riesgosísimo equilibrio, sobre la cruz que remataba el alto campanario. A él le hice la primera entrevista en mi carrera de reportero novel -tenía yo 15 años-, y recuerdo que me dijo con tristeza que la gente no iba a verlo subir: iba a ver si se caía. Igual con Peña Nieto: muchos sintonizaron el debate para ver si el priista cometía algún dislate, tartamudeaba sin ayuda del apuntador o se mostraba incapaz de expresar alguna idea. Nada de eso sucedió. Peña Nieto se vio seguro de sí mismo; fluido en su discurso; hábil y contundente al responder los ataques de sus adversarios, y además con una presencia y una voz agradables. Demostró ser un candidato sólido y tener traza de Presidente. Quienes esperaban verlo caer o resbalar se quedaron con las ganas.
La mayor sorpresa, sin embargo -sin contar, claro, la de la edecán-, la dio Quadri. Tuvo el acierto de presentarse como candidato ciudadano, deslindado de los políticos. Fue el más preciso y puntual en sus respuestas, y probó tener conocimiento grande de los temas que le tocó tratar. Conquistó además el respeto que le faltaba por provenir su candidatura de donde proviene. Es muy posible que como efecto de su desempeño en el debate reúna los suficientes sufragios para conservar el registro del partido que lo postula. Valioso mexicano es Gabriel Quadri; me gustaría verlo figurar más en la vida nacional.
Josefina Vázquez Mota no actuó con la prestancia y seguridad que otras veces le hemos visto. Nerviosa en ocasiones, sin firmeza en la voz, fue demasiado insistente en la repetición de sus acostumbradas fórmulas, como ésa de que puede mirarnos a los ojos, y le faltaron contundencia y precisión en sus constantes ataques al candidato priista. Al parecer optó por la estrategia panista que consiste en hablar más de los errores ajenos que de los méritos propios. Quizá no perdió simpatías Josefina, pero creo que tampoco ganó nuevos adeptos.
Quien de plano falló fue López Obrador. ¡Qué bueno que no soy apostador en Las Vegas o el hipódromo, pues estaría ya en la ruina! Recordarán mis cuatro lectores que aposté en favor de AMLO. Di por seguro que ganaría este debate, y a fin de cuentas fue quien peor se vio. Tuvo la lentitud de un paquidermo, pero no su peso. Se le vio cansado, viejo -no lo es, pero las canas joden; díganmelo a mí-, tardo en su modo de hablar y en la exposición de sus ideas. Lo de presentar al revés una fotografía fue cosa de risa. Pareció estar otra vez en el año 2006, por la reiteración de sus clisés de entonces sobre "los de arriba", "los que mandan", etcétera. Su invocación a don José María Morelos, sus alusiones a Santa Anna y Lucas Alamán se oyeron obsoletas, sin relación alguna con la circunstancia actual. Lo mismo eso de traer a cuento el Fobaproa, que no está ya en la conciencia de los electores. Quadri se encargó de hacer trizas con unas cuantas palabras el populista ofrecimiento de AMLO de reducir el precio de la gasolina, y Peña Nieto le asestó un duro golpe con aquello de: "Si la televisión hiciera presidentes, usted, señor López Obrador, sería ahora el Presidente". Tuvo también el tabasqueño expresiones poco afortunadas, como decir a los ciudadanos: "A lo mejor ustedes no lo saben, pero...". Volvió a sus planteamientos simplistas, de populismo elemental, y sólo hasta el final hizo alusión, y eso con poco énfasis, a uno de sus mayores aciertos: el del gabinete que ha formado. Dio la impresión AMLO de un viejo y fatigado gladiador que habiendo hecho renuncia de sus armas vuelve a echar mano de ellas sólo para encontrarlas ahora enmohecidas y melladas. Fue el mayor perdedor.
Otro gran perdedor hubo. Fue... Pero se me acabó mi tiempo (también yo lo tengo muy medido). Mañana diré quién fue, aparte de AMLO, el mayor perdedor de este debate... FIN.
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Fuente: Ecos de Aragón
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