“Los que hacen imposible
una revolución pacífica,
harán inevitable una
revolución violenta”
John F. Kennedy
En la actualidad, hay manifestaciones claras de diversas tribus de hombre que prevalecen en la sociedad, debido a factores muy diversos; tal y como lo plantea L'Yvonnet, ( 2011):
“…El hombre no es solamente Homo sapiens (en cuanto sabe y sabe que sabe); faber
(fabricante) u oeconomicus (económico y sólo movido por el interés
egoísta), tantas concepciones que sitúan al hombre aparte, aislándolo
completamente. Es también e inseparablemente demens (en cuanto inventa,
imagina o mata) y ludens (se divierte, se exalta o se consume)..."
El peligro de estas manifestaciones del hombre está en el desequilibrio que su propia naturaleza propicia. El Homo demens desequilibrado lo mismo inventa, imagina o mata. Pero cuidado cuando imagina enemigos potentados, cuando en realidad son molinos de viento; cuando inventa mentiras desatendiendo la realidad o cuando mata cuando perjuraba amor. De la misma manera, malogra en vez de cultivar y se aferra a cosechar sin sembrar. El Homo demens, (hombre demente, loco, delirante), debe su nombre a sus raíces en latín, 'de' --"alejado"-- y 'mens' (genitivo mentis)-- "mente"--, o sea, aquella persona que se aleja o está ajena a su realidad.
Alguien con esos síntomas es capaz de declarar una cosa y hacer otra; por ejemplo, decir que "si perdía me iba a ir a
la chingada", expresión que después su jefe de prensa
corrigió diciendo que así se llamaba su rancho.(http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=811188 ); y, después del fallo del TEFPJ, lo desconoce y convoca a la desobediencia civil (http://www.vanguardia.com/actualidad/mundo/172198-lopez-obrador-no-reconoce-fallo-del-tribunal-y-llama-a-desobediencia-civil )
O su declaratoria con bombo y platillos, de "..una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual, estamos proponiendo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor..."
( http://www.jornada.unam.mx/2011/12/06/politica/009a1pol ); y luego alienta la violencia de sus seguidores, que en las redes sociales y en público, lanzan todo tipo de verborrea violenta, irrespetuosa y agresiva. ¿En dónde deja esos valores y principios morales que tanto proclamó?. Ante la situación prevaleciente, La Conferencia del Episcopado Mexicano convoca a todos los partidos políticos a que sus "...verdaderos intereses estén dirigidos a la actual coyuntura que vive México con el fin de beneficiar y propiciar un diálogo fructífero donde se puedan llegar a acuerdos y reformas que conduzcan a la paz, la justicia, la equidad, el bien común y la solidaridad entre los mexicanos..."( http://www.cem.org.mx/index. php/component/k2/item/2091 )
Las anteriores, entre otras muchas, no son contradicciones inocentes; son producto de un mente que alentada por otras de igual condición, que sólo reconoce como válidas y únicas, su verdad y su razonamiento. Todo lo que no coincide con esa forma de pensar, está equivocado, es fraudulento, es corrupto.
Sobrada razón tiene Morin (2011), al afirmar "...estamos más que en la era secundaria de la política...en la edad de hierro planetaria..." Reconocer este hecho significa el comenzar la edificación de nuestro porvenir. Una construcción en la que, el propio Edgar Morin nos advierte "..No hay ya un partido-mesías, una clase-mesías, un pueblo-mesías, una idea-mesías...la realidad social...es multidimensional...sin que un factor pueda determinar o controlar a los otros..."
Un buen inicio sería, el iniciar la transformación del mundo que nos rodea, con cambios en nuestra manera de pensar y actuar. Por ello, concluyo con una reflexión para todos, en las las sabias palabras del experimentado activista social y pacifista, George Lakey:
"...Somos criaturas del viejo sistema,
que queremos, sin embargo, ayudar
a construir el nuevo sistema: uno
de nuestros programas debe ser
nosotros mismos..."
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