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lunes, 30 de junio de 2014

Extensionismo: Un As en la Manga para el Campo




Jorge Galo Medina Torres*
Lorenzo Alejandro López Barbosa**
Roxana Aguirre Elizondo*
*Dirección General de 
Desarrollo de Capacidades y de
Extensionismo Rural
SAGARPA
**Profesor-Investigador
Universidad Autónoma Agraria
Antonio Narro

“…Llegaron a segar un campo dos segadores.
El uno, ansioso de segar mucho, empezó a
Cortar sin cuidarse de afilar la guadaña,
y al poco rato, mellada y embotado el filo,
derribaba la yerba, mas sin cortarla. El otro,
deseoso de segar bien, se pasó casi toda la
mañana en afilar su instrumento, y al caer la
 tarde ni éste ni aquél habían ganado su jornal.
Así hay quien sólo se cuida de obrar sin afilar
 ni pulir su voluntad y arrojo, y quien se pasa
 la vida en afile y pulimento, y en prepararse a
 vivir, le llega la muerte. Hay, pues, que segar
 y pulir la guadaña, obrar y prepararse para
la obra. Sin vida interior no hay exterior…”

Miguel de Unamuno
Vida de Don Quijote y Sancho


“…La capacitación no puede tener como único
objetivo la transferencia de conocimientos.
Más bien, esto es solo una parte. La buena
capacitación incluye el apropiamiento de
conocimientos (saber), el desarrollo de
habilidades (poder hacer) y el cultivo de
 actitudes (querer hacer)…”

(http://www.mag.go.cr/bibliotecavirtual/a00244.pdf)





           
            Un punto de partida es el final de otro. En la confluencia de ambos, persisten restos que no mueren del todo, al tiempo que aparecen otros que no terminan de nacer. En el nuevo camino se mezcla lo reciente y lo añejo, lo habitual y lo innovador.  

Hablar de un nuevo extensionismo significa rescatar de lo viejo, aquello que demostró ser útil y esencial; y de lo nuevo, todo lo pertinente y lo que sea  más adecuado para que al conjugarlos, el resultado sea mayor que cada uno por separado; esto es, que se dé una verdadera sinergia. Así,  el nuevo extensionismo, --sus principios, valores, prácticas, instrumentos,  procedimientos y reglas--,   sólo sería de valor para la sociedad rural, si es capaz de producir cambios  en las actitudes de los productores, en sus conocimientos de la  producción en el desarrollo de mejores habilidades, en su economía; y que pueda ser  evaluada y cuantificada. 

 Sin ser dependientes de un camino andado, hay huellas imborrables del extensionismo tradicional, que bien asimiladas nos evitan caer en errores presentes y futuros. Hay que superar  las prácticas unilaterales y lineales que abordaban al  productor  diciéndole lo que tenían que hacer, y ser; en que se sustituía su pensamiento y se pensaba por él. La razón de ser del extensionismo son las relaciones con personas; es un proceso de interacción humana, en la que su materia prima son las personas, con su carga de prejuicios, paradigmas, maneras de ver el mundo, experiencias y vivencias.

El reto del extensionista de hoy es atender tanto lo cuantitativo como lo cualitativo. Lo tangible y lo intangible. Lo visible y lo invisible. La función básica, pero no única, del extensionista es educativa, ya que intenta inducir cambios en los conocimientos, actitudes y destrezas de los productores, para lograr su desarrollo, primero como personas y posteriormente como productores y en su momento, como agroempresarios. En ello reside el poder transformador de la Extensión Rural, para construir una nueva cultura de extensionismo innovador, inteligente, ágil, flexible, al servicio de los productores rurales. Su capacidad de conducirlos por una ruta más efectiva, corta y segura hacia mejores condiciones de vida, menor dependencia, más autonomía comunitaria y más libertad individual, que destierren pobreza y hambre.   

De ello se deriva la necesidad de hacer cosas diferentes en base a una mejor estrategia e intervención o plan de trabajo específico para cada territorio y sistema e producción; que sea ejecutado por profesionistas mejor preparados que lleguen hasta cada parcela, corral, monte o cuerpo de agua, con herramientas técnicas y de comunicación apropiadas para que los productores adopten y hagan suyas las tecnologías existentes y probadas, mediante una nueva manera e percibir sus métodos tradicionales de producción.
La premisa básica es que una tecnología determinada –semilla, fertilizante, equipo, infraestructura—es tan buena y eficaz como la mano y mente que la utiliza y aplica. Al  productor agropecuario y pesquero primero tenemos que tratarlo y cultivarlo como un ser humano; con el tiempo se convertirá en un  productor innovador y  competitivo.

Dice la conseja popular que un vestido viejo no se remienda con un paño nuevo, por lo que el nuevo extensionismo debe de fundarse en innovaciones que hagan terso su trabajo. Si bien decía Shakespeare que “el pasado es un prólogo”, ya muchos años antes Heráclito expresaba la idea de que nadie puede mojarse dos veces en el mismo río, porque la segunda vez ni el hombre ni el río serán los mismos.  Ello requiere el preparar un nuevo extensionista con sólidas habilidades técnicas, de comunicación y visión sistémica. Que deje atrás el pasado y se enfoque al escenario futuro del nuevo rostro del campo que se visualiza. Implica un liderazgo distinto, con una alta dosis de humildad y empatía y sobretodo más cercano a la gente.  Que sea capaz de resolver los problemas que se presenten y marcar nuevos caminos, con una manera de pensar más innovadora e imaginativa. Que ejerza su autoridad para salirse de lo tradicional y tener un impacto positivo en la transformación. No debe de verse como una solución advenediza ni ser un catálogo de buenas intenciones. Tiene que mantener la coherencia entre su visión e ideas, ser constructivo, flexible pero firme y proclive al aprendizaje. Un nuevo extensionista, competente y calificado para dominar al menos seis innovación básicas para la nueva realidad del campo mexicano: Proceso, Producto, Mercado, Instituciones (gubernamentales y de Educación e Investigación), Social y Personal. Esto además de los atributos y cualidades personales que debe de cultivar como valores y principios de conducta

Idealmente y a partir de la propuesta de Nassim N. Taleb, quien habla de  la capacidad de mejorar y desarrollarse ante la adversidad, y que lo  ha denominado  antifragilidad, sería altamente deseable dar los primeros pasos hacia  un extensionismo antifrágil. En el que los acontecimientos previstos pero no fácilmente pronosticados  en un tiempo y espacio  determinados, como catástrofes naturales –sequías, heladas, inundaciones, fuegos—, o artificiales –precios, mercado, financiamiento--, lo fortalezcan y no lo diezmen.

Imaginar un campo sin extensionismo,  público o privado, en el que se espere que todo vuelva a la normalidad-- ‘segar sin afilar’ --no es realista. Es asumir que el futuro será como el presente. Es necesario preparar el camino para que todo funcione mejor, --‘segar y afilar’---.

 Toda  inversión sin extensión se convierte irremediablemente en ilusión; la extensión por si sola, sin inversión, se vuelve  frustración. La formula extensión + inversión es la única opción que nos asegura que  en el mediano y largo plazo el campo sea el motor que acelere el crecimiento económico, se alcance la autosuficiencia alimentaria y se obtenga una balanza agroalimentaria equilibrada.