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lunes, 16 de julio de 2012

El déficit del Milenio...Empatía y Tolerancia

'...un déficit en nuestra capacidad de autoconciencia emocional
 nos lleva a ser vistos como analfabetos emocionales...
 una insuficiencia en nuestra habilidad empática
es el resultado de una sordera emocional,
pues a partir de ello, no tardan en
evidenciarse fallas en nuestra
 capacidad para interpretar
adecuadamente las
necesidades de
 los demás...'







´Ni los veo ni los escucho´pudiera ser la frase que mejor define la actuación de casi 12 años de un gobierno federal sordo y ciego a las necesidades y prioridades del pueblo mexicano. 
A ello sumemos la postura mesiánica, provocadora e intolerante del gran perdedor de la contienda electoral del pasado 1 de julio en la que los mexicanos salimos a votar --más de 50 millones-- y optamos por Enrique Peña Nieto, quién obtuvo más de 19 millones de votos, 3.2 millones por arriba de su mas cercano contendiente.
Su partido aprobó las mismas reglas electorales con las que se llevó a cabo la elección; todos los partidos las conocían antes de la jornada electoral. Aquí se aplica como anillo al dedo la frase de Chesterton: 


"La intolerancia puede ser definida como la

 indignación de los hombres que no tienen

 opiniones" 

 No se vale azuzar valiéndose de los jóvenes; mucho menos descalificar una elección argumentando convenencieramente que la democracias solo vale cuando me favorece. Como en muchas democracias del mundo, la gente se dedica a cumplir con sus tareas ciudadanas y es poco afecta a oponerse abiertamente a quienes en sus afanes personales realizan marchas, toman instalaciones privadas y públicas, difaman, denigran y se oponen a la realidad que ellos mismos crearon. Por supuesto que hay que aplaudir la participación ciudadana, pero cuidado cuando ésta pasa al insulto y la agresión. La violencia verbal es la antesala de la violencia física. Mucho de lo que se acusa al ganador inobjetable de la contienda, son prácticas realizadas por  el propio  candidato perdedor y seguidores. Muchos ciudadanos con gusto lo confirmarían y darían testimonio de ello.


 Justifico su silencio con el pensamiento de Martin Luther King:



“No me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena”