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sábado, 14 de julio de 2012

En verdad...¿nos comunicamos?

Decía el poeta norteamericano Robert Frost que '...la mitad del mundo está compuesto por gente que tiene algo que decir y no puede; y la otra mitad por aquellos que no tienen nada que decir y se desviven por decirlo...'
Por definición, la comunicación es un camino de dos vías, de ida y de vuelta. A los inseguros no les gusta; a los jefes tampoco; pero a los líderes e innovadores la adoran, la practican y la enseñan.


Con su permiso, les ilustraré esta idea: 
En su primer vuelo sin instructor un aprendiz llamó a la torre de control pidiendo instrucciones para su aterrizaje. El escuchó de parte del controlador: 'sería tan amable de decirnos su altura y posición'.  El jóven aprendiz de piloto ni tardo ni perezoso les contestó --Mido 1.75 metros y estoy sentado en el asiento delantero--.


Estarán de acuerdo conmigo, la comunicación es un problema; y sin duda la comunicación efectiva es un verdadero problema cuando de ella depende tu vida, tu futuro, tu puesto, tu ingreso a la universidad o a un nuevo empleo o cuando te declaras en matrimonio. 


Recuerdo la conversación entre un agricultor y su esposa, una vez que regresó a casa después de escuchar a un político en un mitin de una contienda electoral:


Esposa:      ¿Quién habló?
Agricultor:  El diputado del distrito 8
Esposa:       ¿De qué habló?
Agricultor:   Creo que no lo dijo


Mejor no lo podía haber dicho aquel pastor de una iglesia en que me encontraba años atrás: '...esta mañana queridos feligreses voy a hablar acerca de la relación que hay entre la fe y los hechos. Es un hecho que ustedes están sentados en la banca de la iglesia ¿verdad?...' ---Si, asienten todos. '...También es un hecho que yo estoy parado enfrente de ustedes, ¿no es cierto?...' --Sí, asienten otra vez. '...Pero la Fe, es lo que me hace creer que ustedes pondrán atención en el sermón que a continuación les daré...'


El zorro, del inolvidable libro el Principito, decía: "...La palabra es fuente de malentendido..."


Y como no va a serlo. Recordemos aquel hombre que fue invitado a recibir un reconocimiento en el evento anual de una empresa. 
Lo presentaron como un dotado empresario que había ganado 1000 millones de pesos extrayendo carbón de las minas de Sabinas. El se levanto, un poco avergonzado, y exclamó: "...Los hechos que se han dicho de mi son sin duda, más o menos correctos, pero quiero hacer unas breves correcciones. El mineral no era carbón...era fluorita; y no fue en Sabinas sino en Múzquiz....Y no fueron 1000 millones de pesos, fueron 100,000 pesos...y no era yo, sino mi hermano....Y no los ganó, sino los perdió..."