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miércoles, 8 de febrero de 2012

Primer Centenario del Ateneo Fuente...Mensaje del Presidente de México

      Se muy bien que no debiera correr los riesgos naturales de una  improvisación, por las graves responsabilidades que pesan sobre mis hombros; con mayor razón si estoy en el final de una larga jornada de semanas de fatiga, de grandes tensiones emocionales, de enorme desgaste nervioso, que pueden hacerme decir cosas que no debiera expresar, y menos todavía en un ambiente de tan elevados perfiles académicos, porque aunque viví y me formé en una Universidad, hace muchos años que he dejado la academia, la investigación, el estudio del libro y me he enfrascado exclusivamente en la lucha con la vida y por la vida.

          Pero, sin embargo, estos noes y otros muchos que forman una montaña, son otra vez aplastados por un grano de arena,un pequeño grano de arena que dice: Así es de vigoroso lo positivo frente a lonegativo.

          Mi sola presencia está expresando a todos ustedes mi estrecha solidaridad en esta ceremonia: mi sola presencia en un momento, en un día que para muchos de ustedes y para los demás es evidente que era una fecha difícil, sumamente difícil por los complejos compromisos que he tenido que atender para poder estar ahora en esta tierra.

Y como el hombre es el único ser que con palabras dice a los demás lo que siente y lo que piensa, no resisto el deseo de decir mi sentimiento y mi pensamiento en unas cuantas y breves frases que no aspiran, ni con mucho, a compararse a los hermosos, magníficos discursos que he tenido el privilegio de escuchar en esta ceremonia.

          Quiero expresar sencillamente, mi gratitud y rendir mi homenaje:

          Gracias por haberme invitado desde hace 11 meses a que los acompañara; gracias por recordármelo hace algunos mesesy por regalarme este anillo que conmemora el Centenario del Ateneo Fuente, para que no se me olvidara la ocasión. Gracias por permitirme el honor de venir a convivir, de venir a compartir esta hora solemne en que se rememoran cien años de esfuerzo, cien años que se dicen pronto pero que significan miles, millones de esfuerzos en varias generaciones que se suceden encadenadamente con un solo ideal, con una sola meta, por un solo camino.

          Mi homenaje a la generación de hombres que hace una centuria y poco más, primero nos dieron libertad política y despues nos devolvieron a nuestra patria consumando su segunda independencia. Aquellos hombres, la generación más brillante de toda la historia de México, fueron por excepción soldados y escritores, poetas y oradores, legisladores y funcionarios públicos, hombres buenos y hombres limpios, inmaculados todos:cumbres de las mas elevadas de toda nuestra historia y que, sin embargo, eran señoreadas por el picacho más alto, por el recio espíritu y el patriotismo indomable de Benito Juárez.

          A cien años de distancia todavia maravilla pensar que el triunfo de las armas en Querétaro – cosa que generalmente no sucede, pues el triunfo de las armas no es usualmente fecundo y generoso—produjo de inmediato el renacimiento de nuestras instituciones y el renacimiento de nuestra cultura.

          Tres frutos fundamentales dio el sacrificio de esos hombres del pasado: la República, la libertad y la educacion.

          Apenas envainaban la espada y ya estaban creando, regando de universidades, de ateneos, de institutos, de escuelas de preparatorias, toda la extension de la República; y dentro de esta constelación de educación y de cultura que fué fruto fecundo de la Reforma y del triunfo sobre el Imperio,una de las más prestigiosas y que siempre ha conservado su pura ley de institución incorrompible y blanca, en el Ateneo Fuente.

          Maravilla recordar como el GobernadorViesca, en uno de los primeros actos, no piensa en ejercer venganza, no piensaen iniciar persecuciones, no piensa en combatir a los enemigos de sus ideas y de su causa, sino en servir a su Estado, en servir a la nación, formando mejor a las juventudes que habían de custodiar muchos años después la herencia preciosa que ellos nos dejaron; y como el Gobernador Victoriano Cepeda – como acaba de mencionarse hace un momento—abandonaba su despacho del gobierno para venir a impartir su clase en este Ateneo.

          Es esta generación la que recoge quizá el mejor nombre que se hubiera podido haber seleccionado para esta institución  para esta institución, el de aquel patricio sin mácula de los coahuilenses, entre estrellas fulgurantes en el cielo historico de este Estado: Juan Antonio de la Fuente, para amparar una obra que ya ha durado cien años y que ha de durar muchos siglos más.

          Mi homenaje a Juan Antonio de laFuente, el coahuilense que nace pobre, crece pobre, vive pobre y muere pobre, después de haber prestado los más importantes servicios a su Estado y a su patria aquí, en México y en el extranjero. No sabe uno que debe haber sido peor para él: si la temprana orfandad de su niñez o la extraña orfandad que tuvo necesidad de vivir en Europa, cuando era representante diplomático de México y sabía además que lo era también del pensamiento del pueblo y del gobierno mexicano y no era reconocido por los gobiernos a los que debía haber entregado sus credenciales, ya que nos debatiamos en ese momento en una lucha entre el Imperio y la República, aunque para fortuna de todos triunfó la República.

          No sabe uno cuándo es más grande Juan Antonio de la Fuente: si como legislador que sostiene vigorosamente en el Congreso Mexicano el punto de vista de Coahuila contra el Decreto de Vidáurri que la hacía desaparecer; si cuando expulsa valientamente al insolente extranjero Jeker, que había concertado el préstamo con el gobierno conservador; si cuando se desempeña, con inextinguible patriotismo y enmedio de la mayor miseria, porque no tiene para vivir, en Europa, defendiendo la bandera Mexicana; o cuando muere humildemente siendo alcalde de Parras, Coahuila.

          Se necesita grandeza para después de haber sido ministro y diplomático, diputado y funcionario y patricio de la causa, de las causas más nobles de aquella época, aceptar el humilde, el modesto puesto de alcalde de esa pequeña población del Estado de Coahuila.

          Mi homenaje, pues, a la figura de Juan Antonio de la Fuente, cuyas virtudes quisiéramos que fueran ejemplo para las generaciones de hoy y para las generaciones de mañana.

          Mi homenaje a Coahuila, a Coahuila que participa en la Independencia con Miguel Ramos Arizpe y con Melchor Múzquiz; a Coahuila de la Reforma y de la lucha contra la intervención, en las figuras de Andrés Viesca, de Victoriano Cepeda, de Juan Antonio de la Fuente y de Ignacio Zaragoza.

          Mi homenaje a Coahuila de la Revolución, en las figuras de Madero y de Carranza. Mi homenaje a Coahuila actual, pujante y vigorosa, que lo misma le arranca abundantes frutos al desierto en la región lagunera que penetra a las entrañas de la tierra para constituir una extraordinaria industria siderúrgica en Monclova; que actúa con dignidad y patriotismo en la ribera izquierda del rio Bravo o que hace nacer escuelas, desde la más pequeña, desde el grado de jardin de niños, y primarias,secundarias, escuelas técnicas, profesionales y normales, en la extension toda de la entidad. A Coahuila, en fin, que en Saltillo resume más claros prestigios, ganados con la inteligencia, con el esfuerzo, con la sabiduría de sus hijos.

          En las ceremonias solemnes del Centenario del Ateneo Fuente hemos oído solo voces de coahuilenses, tanto en las palabras de los discursos que hemos oído, como en las dulces notas de un vals de Tolentino o en el "Ultimo Sollozo" de Manuel Acuña. Solo una no lo es, pero siento que la mía, por el cargo que los mexicanos me han otorgado, es en este momento la voz de México, que viene a transmitir a Coahuila y a su Ateneo Fuente los buenos deseos, los fervientes votos de todos los mexicanos para que esta institución de noble cuna, de gran prosapia, de historia impecable, siga viviendo por centurias; que nunca la abandone la sombra tutelar de Juan Antonio de la Fuente y que pueda hacer siempre, por muchos años, realidad la idea con que fué creada; “que los hechos correspondan siempre a la esperanza”





Gustavo DiazOrdaz
Presidente Constitucional de México
Paraninfo del Ateneo Fuente

1 de noviembre de 1967