"...Nuestra droga-manía me recuerda de un trabajo en una agencia de autos cuando realizaba mi posgrado. A unos minutos de cerrar un viernes por la tarde, llega una dama iracúnda, reclamando que tenía un destello permanente del aviso luminoso en el tablero con el mensaje "servicio requerido". A esa hora de un viernes por la tarde ¿quien desea trabajar en un problema banal y con una dama furiosa? Todos permanecimos callados excepto un mecánco que le contestó: "Yo se lo arreglo". Condujo el carro al área de taller, se metió debajo del tablero, quitó el foco de la señal luminosa y lo tiró. Después abrió una lata de refresco y encendió un cigarrillo. Después de un tiempo prudente, en el cual la cliente pensó que él estaba arreglando su carro, el mecánico regresó y le comentó a la dama que el problema estaba solucionado.
Maravillada al cerciorarse que esa molesta lucecilla ya no destellaba, la dama salio de la agencia.
Si bién la causa del problema aún estaba presente, el síntoma había desaparecido.
De manera similar, las medicinas suprimen los síntomas del cuerpo, pero la mayoría nunca tratan la causa del problema..."
Bruce Lipton (The biology of Belief, p. 82)
Maravillada al cerciorarse que esa molesta lucecilla ya no destellaba, la dama salio de la agencia.
Si bién la causa del problema aún estaba presente, el síntoma había desaparecido.
De manera similar, las medicinas suprimen los síntomas del cuerpo, pero la mayoría nunca tratan la causa del problema..."
Bruce Lipton (The biology of Belief, p. 82)
