Nuevos
paradigmas nos rodean y nos acechan. Tenemos que estar atentos de aquellos que
por su utilidad, pueden ser positivos al desarrollo.
Clay Shirky¹,
es uno de los más talentosos observadores en la cultura contemporánea, del
poder transformador de las nuevas formas de interacción social que nos permiten
las tecnologías. Al plantear los términos en que la sociedad moderna está
cambiando, ha estudiado los efectos de las redes, en particular donde se
traslapan las redes sociales y las redes tecnológicas, que han dado lugar a una
nueva arquitectura de participación social.
Su
argumento es que las instituciones de
ayer y hoy continuarán existiendo, pero sus formas tradicionales de operar
serán diferentes. Veremos formas novedosas de acción social. ¿Qué y cuándo
cambiara?, es una preguntas que nos haremos muy a menudo. Se espera que los
cambios ocurran fuera de los protocolos administrativos y burocráticos actuales;
los mismos que limitan o limitaron la efectividad o desarrollo de la sociedad
misma.
Ésta forma inédita de agrupamiento de la gente
que desea realizar algo, está sucediendo por todas partes; no es exclusiva de
un grupo o región del mundo en particular. Y al hacerse sin respaldo
institucional no sólo representa un enorme cambio más en el mejoramiento de la
sociedad contemporánea, sino un gran reto.
A éste
fenómeno, que ha estudiado profundamente Shirky se le ha denominado el poder de la
organización sin organizaciones, también llamado organizando la
desorganización. El afirma que cuando piensa en tecnologías, su tiempo y
energía los usa más para ‘escardar’ que
para ‘plantar’; o sea, le dedica más tiempo a eliminar lo irrelevante que a
aprender algo novedoso. Esto es particularmente cierto para los que nacimos
antes de que las herramientas de las redes sociales estuvieran disponibles para
todos.
La
generación que se está formando en las universidades, está asimilando toda una
nueva legión de herramientas sin tener que borrar la cantidad de datos
irrelevantes que los mayores de edad aprendimos. Este aprendizaje y adopción de
nuevas herramientas sociales nos ubica en el umbral de la era actual u Holoceno
y la siguiente que bien podríamos llamar – por el brutal impacto de las
tecnologías humanan en el ambiente– la era del Antropoceno.
Una
tecnología, por sí misma, hace posible pero no induce el cambio social. Éste se
da cuando el comportamiento, la apropiación que hacemos de la misma es
generalizado o ubicuo. Por todos es muy conocido que requerimos de
procedimientos, instrucciones y programas (Software) y de equipo e
infraestructura (Hardware), pero sobre todas las cosas, es indispensable la
mentalidad, la cultura la formación (Mindware).
Por
ello el impacto real de una tecnología se da no cuando está disponible sino
cuando se hace ubicua. Todos hemos crecido en un mundo de recursos limitados e
instituciones jerárquicas; estamos en un continuo reaprendizaje de las nuevas
reglas al adoptar tecnologías novedosas y romper con las antiguas. Para los que
vienen detrás de nosotros, jóvenes y niños, y que forman parte de éstas
tecnologías, las nuevas reglas no serán ya reglas nuevas. Hasta entonces
empezaremos por fin a ver cumplidas las promesas de estas tecnologías.
Por paradójico
que parezca, hay un principio unificador
de la relación sociedad-tecnología que nos aporta el profesor y consultor
Shirky, quien afirma que: “Una revolución no sucede cuando la sociedad adopta
nuevas tecnologías; se da, cuando la sociedad adopta nuevas conductas”
En su
último libro, Shirky², explica detalladamente cómo la nueva tecnología nos está
cambiando, pasando de consumidores a colaboradores, liberando de esa manera una
asombrosa producción creativa que transformará al mundo. El pronostica que la
nueva tecnología digital pondrá en uso los recursos, hasta ahora desconectados,
del talento y la buena voluntad. Nos habla de una ‘plusvalía el conocimiento’,
proveniente de un mayor tiempo libre que han permitido las reglas laborales
actuales. Para darnos una idea de éste recurso agregado y novedoso a nuestra
disposición, nos habla de cómo se construyó Wikipedia (Enciclopedia Libre,
versión en inglés). Si el tiempo anual que los estadounidenses pasan
viendo televisión, se hubiera utilizado en la elaboración de la Wiki,, se habrían realizados 2000 proyectos de ésta naturaleza.
De este
cálculo sobresalen dos aspectos. Uno, el recurso agregado del tiempo libre de
la población educada del planeta. Dos, El tiempo que los norteamericanos le
dedican a ver series de comedia televisivas sentados
frente al aparato. De ello se desprende por qué ese bien común que significa el
tiempo libre, no tuvo gran impacto en la sociedad, ya que la TV se llevó la
mayor tajada.
Los
tiempos cambian y con la llegada y popularidad de las herramientas de las redes
sociales, los jóvenes de ahora dedican más tiempo a internet que a ver tv o
escuchar radio. Pero viene acompañada de lo que se denomina ‘cultura
participativa’, que significa actuar, tener re-alimentación, discutir, debatir,
aportar. A esto es a lo que se denomina la transición de migrar de ser un
consumidor a un participante y colaborador de las redes sociales o medios. Y ha
sido posible gracias a la invención y expansión de medios públicos que han
permitido al ciudadano ordinario compartir su tiempo libre en la búsqueda de
actividades que o les gustan o les preocupan. Aquí Clay nos advierte que si
bien estas tecnologías nos proporcionan mayor libertad para publicar, al mismo
tiempo hay riesgos que sean de menor calidad. A pesar de ello, la cultura
online es más transparente que las tradicionales.
Se abre
de ésta manera una gran ventana de oportunidades que sin duda mejorarán la vida
social y nuestras actividades cotidianas, siempre y cuando aprendamos a usar
positivamente tanto nuestro tiempo libre como la buena fe y voluntad.
"...Lo peor que le podría pasar a alguien sería el no ser usado para nada por nadie" Kurt Vonneguts (The Sirens of Titan)
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